
«Recuerdo a veces, y con nostalgia, los días aquellos, ya lejanos, perdidos entre las brumas de la historia cuadragenaria de la democracia, en los que todos podíamos pensar libremente»
Recuerdo a veces, y con nostalgia, los días aquellos, ya lejanos, perdidos entre las brumas de la historia cuadragenaria de la democracia, en los que todos, o una gran parte de la población, podía pensar libremente. Todavía arrastraban la educación de antes del setenta y ocho. Y no, no es que la dictadura fuera buena y la democracia haya sido mala, en algunos aspectos, como el educativo ha sido nefasta. Esto por dejar otros temas más virulentos aparte. Véase separatismos y leyes contra el delito.
Recordemos que en dictadura teníamos la famosa asignatura de la Formación del Espíritu Nacional, una especia de lavado de cerebros adolescentes, para saber lo bueno que era el régimen. Pero es que no deberíamos caer, en democracia, en el mismo cajón del ideario franquista. No hay más que ver los informes de Pisa sobre educación en España. No me extraña nada que muchos padres exijan el cacareado pin parental. Debería de sonar cual villancico: “pin, pin, pin. Pin, pin, pin quiero el pin parental, “pa” que mis hijos estudien sin aleccionar ar” (Póngase la canción de Navidad, Navidad, dulce Navidad…).
«Necesitamos una ley de educación seria que elimine de un plumazo cualquier tendenciosidad en las asignaturas y en los libros de texto»
Yo no solamente lo aplicaría a temas extracurriculares, sino a la educación en general. No por sectores de alumnado y profesorado, sino elaborando previamente una ley de educación seria que elimine de un plumazo cualquier tendenciosidad en las asignaturas y en los libros de texto. No sé de quién es la culpa, pero que al acabar la ESO los alumnos en un gran porcentaje no sepan casi nada, (solo hay que ver las entrevistas callejeras a la juventud), no tienen ni medio pase. Que Napoleón resulte ser un jugador del Betis y que Vargas Llosa sea un nombre desconocido, no es patético, es para que tengamos vergüenza ajena de nuestro sistema educativo. Está claro que no todo él es así, pero sí gran parte de él, y es que a esta labor accede mucha gente previamente educada en ese mismo sistema.
Muchos alumnos de magisterio vienen ya de origen adoctrinados en un sesgo definido de la política, no todos por supuesto. Tras esto hacen de su vida un propósito mesiánico, extender los conceptos de buenismo, feminismo e igualdad, que rasa a todos con la misma vara de medir, como su némesis. Afortunadamente no todo el profesorado es así y todavía hay esperanza.
«Se argumenta que lo del pin parental atenta contra la democracia porque evita que todos los niños tengan derecho a una información en igualdad de condiciones»
Se argumenta que lo del pin parental atenta contra la democracia porque evita que todos los niños tengan derecho a una información en igualdad de condiciones, que conozcan la realidad tal como es y que una sociedad democrática debe respetar. Pero y aquí viene el pero, los individuos son los que constituyen la sociedad democrática, “¡todos oiga!”, los individuos tomados uno a uno, no de otra manera, pueden no tener por qué opinar igual sobre temas Políticos y Religiosos que vienen en definitiva a ser lo mismo.
Todos los ismos son peligrosísimos y puede notarse en que incluso la palabra democracia no lo admite, “Democraciosismo”, es un palabro sin sentido. Todas las demás formas de gobierno tienen ismos. Ya se que solo es un juego con palabras, pero ojo, que los juegos en cualquier sentido, cuando se trata de aleccionar seres humanos son muy peligrosos. Todos los totalitarismos empiezan con una educación en una sola creencia, el Nazismo, el Comunismo, el socialismo, el neocapitalismo y la teocracia, saliéndose de la regla ésta última, para confirmarlo.
«Deberíamos llegar a la conclusión de que el único gobierno que puede existir en democracia es aquel que respete la libertad de los individuos»
Deberíamos llegar a la conclusión de que el único gobierno que puede existir en democracia es aquel que respete la libertad de los individuos. Hay que tomarlos uno a uno, por más que no sea igualitario, nunca la capacidad intelectual lo es, para enseñarles. Que su base moral y de opinión sea lo que deseen y como deseen, y que careciendo aún de criterio director propio, tal como puede ser en un adolescente, esta responsabilidad recaerá en los padres, no en un ente abstracto como el Estado, por muy democrático que sea. Y hay una razón, lo que es democrático es el estado, pero sus individuos tomados uno a uno, pueden confundir democracia con su concepto de ella.
Y por eso esas ideas acerca de las cosas intimas, como religión, sexo y política solo deberían transmitirse de padres a hijos, no vayamos a caer nuevamente en una Formación del Espíritu Nacional como aquella de tiempos de la dictadura. Recuerdo en esencia los días aquellos, ya lejanos, perdidos entre las brumas de la historia cuadragenaria de la democracia, en los que todos, o una gran parte de la población podía pensar libremente, porque todavía arrastraban la educación de antes del setenta y ocho.