
«la República nace de manera anómala, tras unas elecciones municipales en las que no se llegaron a escrutar ni a contar todos los votos»
La verdad toda la verdad y nada más que la verdad. Como sabemos la República nace de manera anómala, tras unas elecciones municipales en las que no se llegaron a escrutar ni a contar todos los votos, la situación se malogró muy pronto. Y en ese fracaso tuvo una enorme responsabilidad el Partido Socialista Obrero Español.
El carácter incendiario del socialismo les viene de lejos. El 7 de julio de 1910, en su primera intervención parlamentaria Pablo Iglesias, entonces único diputado del PSOE, pronunció en las Cortes una amenaza de muerte contra el conservador Antonio Maura: “hemos llegado al extremo de considerar que antes que Su Señoría suba al poder debemos llegar al atentado personal”, una declaración propia de un terrorista y que nos muestra el verdadero carácter antidemocrático de ese movimiento, y se entiende la actitud de algunos socialistas de comprensión, coexistencia, convivencias y connivencia con los terroristas.
Unos días después, el 15 de julio, El Socialista comentaba así los hechos: “el representante del pueblo, Pablo Iglesias, no sabe decir las cosas sino conforme salen de su corazón; no sabe de atenuaciones, no sabe de convencionalismos, no sabe de hipocresías, no había pensado en amistades que ata la lengua y castran las energías”. Seguidamente y en pleno ejercicio de cinismo, el mismo periódico decía: “Estuvo a punto de ser expulsado de la Cámara y éste hubiera sido su mayor galardón. Mas la habilidad política de los eternos castrados hizo que esto no ocurriese”. Lo que ocurrió es que el presidente de las Cortes conminó a Iglesias a que retirara su amenaza, a lo que éste se negó, dándola el presidente por no dicha sin que el diputado del PSOE la hubiese retirado ni pedido disculpas por la misma.
“Ni un solo concepto rectificó el orador socialista”, se jactaba el periódico del PSOE, sin mencionar en ningún momento las palabras de Pablo Iglesias ni decir a sus lectores que lo que se le pedía rectificar a Iglesias era la amenaza de muerte que había lanzado en las Cortes.
Llegado el 22 de julio de 1910, dos semanas después de la amenaza lanzada por Pablo Iglesias contra Maura en las Cortes, el joven socialista Manuel Posa Roca tiroteó a Maura en Barcelona, hiriéndole en una pierna y en un brazo. Una semana después, el 29 de julio, lejos de rectificar El Socialista se dedicaba a bromear en su portada sobre el atentado: “El mismo Universo atribuye a la intervención de la santísima virgen el haber escapado con vida el Sr. Maura del infame atentado. ¡Pues fíate de la virgen y no corras!”. En la cuarta columna, además, el periódico del PSOE negaba la evidencia en relación con la amenaza escupida por Pablo Iglesias: “las palabras de Iglesias no fueron una incitación al crimen”, claro que no… ¿entonces qué fue sino una amenaza de muerte?

«La finalidad de aquellas elecciones de 1931, era la de elegir a un número de 80.000 concejales en toda España»
Tras este antecedente terrorista todo sería posible… La finalidad de aquellas elecciones de 1931, era la de elegir a un número de 80.000 concejales en toda España, y lo que debe quedar claro es que ese evento no era un plebiscito para elegir el régimen entre Monarquía o República.
El 23 de noviembre de 1931, siendo Largo Caballero ministro de Trabajo, y ante la posibilidad de que las Cortes se disolviesen por no tener mayoría, amenazó: «Ese intento sólo sería la señal para que el PSOE y la UGT lo considerasen como una provocación y se lanzasen incluso a un nuevo movimiento revolucionario. No puedo aceptar la posibilidad, que sería un reto al partido, y que nos obligaría a ir a una guerra civil» (Acta de sesiones del Parlamento. El Debate, 24 de noviembre de 1931, Madrid).
Hay una certeza y es que jamás de publicaron los resultados… NUNCA. Algunos historiadores han buceado en documentos oficiales y se han adentrado en el Anuario Estadístico correspondiente al año de 1932 encontrando cifras fiables de los resultados de aquellos comicios.
Resultados que, sorpréndase ustedes, dieron la mayoría absoluta a los monárquicos, y a pesar de la abrumadora y aplastante mayoría que dio la victoria a los monárquicos, el rey Alfonso XIII entregó el poder para evitar, según sus propias palabras, «un baño de sangre».
El ambiente de agitación era asfixiante en toda España, hasta tal punto, que se proclamó la República el 14 de abril de 1932 tras el inexplicable abandono del rey. Así, la legitimidad de la República no llegó de la mano de las urnas pues no contaba con el respaldo de la sociedad, del pueblo, podemos afirmar con rotundidad que en nacimiento de la II República no fue en absoluto democrático.
Largo Caballero definía en octubre de 1932: «El Partido socialista no es un partido reformista (…) cuando ha habido necesidad de romper con la legalidad, sin ningún reparo y sin escrúpulo. El temperamento, la ideología, y la educación de nuestro partido no son para ir al reformismo» (Durante su discurso en el XIII Congreso del PSOE, celebrado en octubre de 1932, siendo Ministro de Trabajo).
En febrero de 1933, Largo manifestaba: «Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución… tendremos que conquistarlo de otra manera» (Largo Caballero, Escritos de la República, Pablo Iglesias, 1985, p.34-5).
Una vez proclamada la república, dio comienzo el desenfreno y la locura criminal, como un reguero de pólvora, perfectamente alentada y dirigida… dieron comienzo los incendios de templos, hospitales y colegios regentados por órdenes religiosas, la Compañía de Jesús fue expulsada así como el cardenal Pedro Segura viendo lo que se venía encima afirmó a los quince días de su proclamación: «Cuando los enemigos del reinado de Jesucristo avanzan resueltamente, ningún católico puede permanecer inactivo»… y los hechos le dieron la razón.
Si hacemos un recorrido por la hemeroteca de El Socialista obtendremos una imagen muy distinta de lo que era el PSOE en aquellos momentos. El 25 de julio de 1933 El Socialista publicó un elefantiásico discurso de Francisco Largo Caballero lanzado en el teatro-cine Pardiñas de Madrid. En lo alto de la segunda página el periódico del PSOE titulaba: “A la dictadura burguesa, nosotros preferimos la socialista”.
«Antes de la República creí que no era posible realizar una obra socialista en la democracia burguesa. Después de veintitantos meses en el gobierno… si tenía alguna duda sobre ello, ha desaparecido. Es imposible» (agosto de 1933, en la Escuela de Torrelodones. FPI, XIII, p .452, El Socialista, 16 de agosto de 1933).
Aquella no fue la única muestra de desconfianza del PSOE en la democracia. El número de El Socialista del 15 de agosto de 1933 daba un capotazo a las declaraciones de largo Caballero en Torrelodones contra la democracia frente al diario liberal madrileño El Sol .
Por supuesto El Socialista sin citar las palabras completas de Caballero decía: «Yo no tengo gran fe, y ahora menos que antes, en que dentro de una democracia burguesa se pueda hacer Socialismo»… lo dejaba muy clarito.
Largo Caballero afirmaba el 1 de noviembre de 1933: «En las elecciones de abril (1931), los socialistas renunciaron a vengarse de sus enemigos y respetaron vidas y haciendas; que no esperen esa generosidad en nuestro próximo triunfo. La generosidad no es arma buena. La consolidación de un régimen exige hechos que repugnan, pero que luego justifica la Historia».
«Se dirá: ¡Ah esa es la dictadura del proletariado! Pero ¿es qué vivimos en una democracia? Pues ¿qué hay hoy, más que una dictadura de burgueses? Se nos ataca porque vamos contra la propiedad. Efectivamente. Vamos a la Revolución social. ¿Cómo? (una voz del público: ¡¡como en Rusia!!) No nos asusta eso. Vamos, repito, hacia la revolución social… mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas habrá que obtenerlo por la violencia… nosotros respondemos: vamos legalmente hacia la revolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente (Gran ovación). Eso dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil… Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil… No nos ceguemos camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar. El 19 vamos a las urnas… Más no olvidéis que los hechos nos llevarán a actos en que hemos de necesitar más energía y más decisión que para ir a las urnas. ¿Excitación al motín? No. Simplemente decirle a la clase obrera que debe prepararse… Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista».
«La clase trabajadora se va dando cuenta… que en el nuevo régimen (República) se encuentra más incómoda que en el antiguo (Monarquía). Porque hablando con franqueza, en la monarquía había un cierto pudor político en algunos hombres, y la pugna entre liberales y conservadores por atraerse a las clases obreras hacía que se dictaran leyes sociales… Porque la democracia burguesa era, en realidad, una dictadura contra la clase obrera. El solo hecho de que no haya una mayoría burguesa en el Parlamento es una dictadura. Al colaborar en el derribo de la monarquía y luego en el gobierno, sabíamos muy bien que la república burguesa no emancipaba económicamente a los trabajadores… El objetivo… era el de quitar la venda a la clase trabajadora para que supiera que con la república burguesa no se había de redimir. Y esto lo hemos logrado… El día que lo tengamos (el Poder)… no tendremos titubeos ni dudas. No caeremos en la debilidad en que cayó la República. Y que no nos pidan transigencias ni benevolencias».
Y seguía: «El jefe de Acción Popular decía, que los socialistas admitimos la democracia cuando nos conviene… Pues bien, yo tengo que decir con franqueza que es verdad. Si la legalidad no nos sirve, si impide nuestro avance, daremos de lado la democracia burguesa e iremos a la conquista del Poder».

«Esas eran ni más ni menos sus palabras de desprecio por la bandera tricolor republicana que ahora tanto enarbolan»
«…Habrá que expropiar a la burguesía por la violencia». «Tenemos que recorrer un periodo de transición hasta el socialismo integral, y ese período es la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos. Había que “preparar la ofensiva socialista» (Largo Caballero, Discursos a los trabajadores, Barcelona, Fontamara, 1979, p.151-2. M. de Coca, Anticaballero, Madrid, Centro, 1975, p.85 y ss. M. Tuñón de Lara, La crisis del estado: dictadura, República, guerra (1923-1939), Barcelona, Labor, 1986, p. 129,170).
Según pasaban las semanas y los meses El Socialista caldeaba el ambiente y subía el tono, así en el número del 9 de noviembre de 1933 publicaba en su contraportada lo que calificaba como “un magnífico discurso de Caballero”, pronunciado en la población pacense de Don Benito, donde se refería a los republicanos en tercera persona y en un tono despreciativo «se nos llamó por los republicanos para derrocar la monarquía porque ellos se consideraban débiles para realizar esta obra», el periódico del PSOE citaba las siguientes palabras de su líder: «Tenemos que luchar como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee, no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución socialista», esas eran ni más ni menos sus palabras de desprecio por la bandera tricolor republicana que ahora tanto enarbolan.
Largo Caballero afirmaba el 13 de noviembre de 1933: «El jefe de Acción Popular decía en un discurso a los católicos que los socialistas admitimos la democracia cuando nos conviene, pero cuando no nos conviene tomamos por el camino más corto. Pues bien, yo tengo que decir con franqueza que es verdad. Si la legalidad no nos sirve, si impide nuestro avance, daremos de lado la democracia burguesa e iremos a la conquista del Poder» (13 de noviembre de 1933 (Gabriel Mario de Coca, Anti-Caballero: Crítica marxista de la bolchevización del Partido Socialista (1930-1936), Madrid, 1936, p. 121; El chantaje de la izquierda. Las falsedades de la Guerra Civil española, Madrid, 2004, p. 13).
Seis días más tarde, el periódico del PSOE volvía a lucir titulares de gasolina pronunciados por su líder Largo Caballero, en la capital murciana, el 15 de noviembre de 1933 El Socialista publicaba en su segunda página el siguiente titular a siete columnas: «Tenemos que recorrer un período de transición hasta el Socialismo integral, y ese período es la dictadura del proletariado».
El periódico del PSOE recogía la aclaración de Largo Caballero sobre su modelo de dictadura: «La dictadura proletaria no es el poder de un individuo, sino de partido político», realmente nada tranquilizador, además buscando la excusa en que una mayoría burguesa era en sí una dictadura: «El solo hecho de que haya una mayoría burguesa en el Parlamento es una dictadura», lo cual resulta realmente delirante.
Pasando a continuación a la justificación de la acción violenta: «Nosotros declaramos que queremos vivir en la legalidad, pero que si se nos cierran los caminos, apelaremos a la violencia revolucionaria», frase escalofriante que terminó con una sonada ovación de la extasiada «militancia».
Magnífica lecciòn de Historia. El PSOE en estado puro.
Siempre se habla de atrocidades de un bando,nada del.otro,gracias a dios hay historiadores del.otro lado como tu,jose,que te abren los ojos ante una realidad q neofitos como yo desconocian,muchas gracias
Perfecto resumen de lo que ocurrió en los años 30 en España, una realidad que ahora tratan de borrar, intentando cambiar la historia real
Voy con la segunda parte
¿Ha sido publicada?
Nada dice de la infame actuación del Conde de Romanones, Alvaro Figueroa, tatarabuelo de los nietos de Bono y Raphael.
Él fue el que aterrorizó a la Reina diciéndola que podía ocurrir lo mismo que con la familia imperial rusa.
Él fue el que tuvo que animar a «El Botas» (también conocido como Niceto Alcalá Zamora) y a Maura para que se dirigiesen al Ministerio de la Gobernación y tomasen el poder.
Y queda por saber quién «ordenó» al General Sanjurjo, Director de la Guardia Civil, que contestase al Rey que la Guardia Civil no intervendría en el caso de que se produjesen desordenes, lo que llevó a Alfonso XIII a concluir que le habían desahuciado … y traicionado.