Este periodo de asueto tras la hora sexta se vino en llamar en su honor «siesta» y fue ampliamente ejercitada por los ciudadanos del Imperio Romano
La hora sexta. Por José Antonio Marín Ayala

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Este periodo de asueto tras la hora sexta se vino en llamar en su honor «siesta» y fue ampliamente ejercitada por los ciudadanos del Imperio Romano
Si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina; o simplemente si todos entendiésemos que todos llevamos… un viejo encima.
Depende solo de nosotros quedarnos en Europa o abrirnos de nuevo al mundo al otro lado del Atlántico para forjar un imperio global.
Con el descubrimiento de América, España inició la primera globalización, culminada gracias a la hazaña de Elcano al dar la vuelta a la Tierra.
Con el Nuevo Orden Mundial será imposible caer en la tentación de abrazar gran parte de los pecados capitales, tal y como los conocemos hoy
Esta mañana mi corazón ha estallado al encontrarme con mi viejo amigo, don «Maciu Roberts», un diplomático de solera, residente en Madrid desde hace mas de diez años.
Lo que resulta curioso es que la toma de Granada resultó un hecho absolutamente pacífico en oposición a la caída de Constantinopla, a manos de Mehemet II que terminó en un dramático baño de sangre
Los romanos consideraban similares a todos los habitantes de Hispania, hecho éste que tiraría por tierra las ilusiones de los nacionalistas. Para éstos, los vascos son los descendientes de un antiguo pueblo milenario —siete mil años por lo menos, según sostenía el inefable Ibarreche— que tendría unos orígenes ancestrales en Túbal, nieto de Noé y llegado poco después del chaparrón, o quizás en la figura mítica de Aitor que había llegado del Este y cuyos siete hijos fundaron las siete tribus originales vascas. Sin embargo, y apoyando en parte a los romanos, diversos historiadores sostienen que los vascones eran tan iberos como los de otras partes de España.