
Si vis pacem… Por José Crespo: Dedicado al cabalgador de contradicciones y la ideología opresora


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Yo vivo delante de una plazoleta /parque, donde hay un conjunto de juegos para críos y se reúne medio barrio. Durante la semana esto es un hervidero de niños por las tardes, y los fines de semana casi a cualquier hora. Hasta ahí todo normal. Durante el último mes en el que los musulmanes han celebrado el ramadán estaban con sus hijos encerrados en casa hasta que caía el sol. Cuando llegaba la noche y todos los demás nos recogemos en casa a descansar, ellos salían al parque y montaban el alboroto.
Lo que ahora estamos viviendo es continuación o reinicio, como lo queramos llamar, de un movimiento que nació en el siglo VII en las arenas de Arabia, el último capítulo de una historia que se inició con la andadura de un mercader árabe poco escrupuloso obligado a salir por piernas de su ciudad natal y buscar refugio en Medina. Recordemos que incluso en Arabia, hoy propiedad de una dinastía familiar medieval, hubo reyes cristianos, que por supuesto fueron masacrados.
Hemos de interiorizar que la verdadera esencia del problema reside fundamentalmente en nosotros mismos. “La culpa no la tiene el marrano, sino quien le da de comer“, dice el viejo dicho popular castellano en su llana expresión. Los musulmanes no son culpables de codiciar aquello que ven que se encuentra al alcance de sus manos, ellos juegan sus cartas, van lentamente cubriendo el vacío que se deja libre, el espacio que se les ofrece, aprovechan todas las ventajas que se les presentan desde nuestro sistema paternalista.