
La pesadilla más temida ya está entre nosotros. Los asesinos del terrorismo islámico están aquí. Tras largos años de paciente y resignada espera, el terror islámico anida en nuestras calles y plazas. Esa amenaza anunciada a tomado cuerpo y busca con ahínco destruirnos por gracia de unos valores trasnochados, obsoletos e injustos. El terrorismo islámico ya es una amenaza real, en guerra contra occidente, mejor dicho, contra aquellos que no aceptan sus ideas. De seguir con la cotidianidad de sus actos terroristas, pronto dejarán de ser noticia , y ese momento será crucial, por no saberse la actitud que adoptarán. Temo ese bajón mediático.

Tras la llegada de miles de refugiados se han cumplido los peores augurios. Europa sigue hipnotizada. Su grotesca obsesión por restar importancia a los crímenes ha quedado en entredicho. Busca apaciguar las funestas premoniciones y apoyar a los necesitados de dosis de buenismo. Busca este occidente desnortado restar importancia a las acciones criminales de los radicales del Daesh, convirtiéndolos al instante en lobos solitarios o simples psicópatas, es patético y peligroso. Unas ocultaciones que siguen debilitando el corpus de Europa, en especial de la izquierda que mantiene sin dudas su apoyo al mundo musulmán.
¿Qué hacemos para defendernos de esta lenta pero letal guerra? En realidad muy poco, solo apelan los lideres políticos a grandilocuentes manifestaciones y discursos. Muy emotivos pero nada efectivos.. Como el zika, ya están estos asesinos entre nosotros, aprovechándose de las múltiples ventajas de las sociedades democráticas. Y disimulan muy bien. Ya no es preciso asistir a la mezquita, ya vale ser un juerguista mujeriego y bebedor. Sus superiores les dan permiso para vivir así y les ofrecen aquí en la Tierra, lo que tendrán en el Paraíso. Es sencillo e inteligente. Para colmo, el Papa Francisco ha dicho que no hay que confundir el Islam con el terrorismo, cuestión muy debatida. Pero lo peor ha sido que ha comentado que también existen extremistas entre los cristianos. ¿Cabe comparar en estos tiempos la actitud de unos y otros? El mal entendido buenismo siempre presente.