
“Casi nadie ha quedado satisfecho con esta sentencia, porque ha demostrado que la política sigue mezclada con la justicia y corrompe la democracia”
Hay días que la satisfacción y la alegría se van por el sumidero de la desilusión. En esos momentos estamos con la sentencia del Supremo. Todo parecía así durante el desarrollo del juicio contra los lideres independentistas. La transparencia y la firmeza del juez Marchena nos daban esperanzas reales. Por eso todos esperábamos un fallo acorde con lo que todos vimos en directo desde la Generalidad de Cataluña. Un claro golpe de estado, sin ambages y ante la plena satisfacción de los asistentes a tamaña tropelía.
No cabía duda alguna, no era una mera pantomima. ni una alegre algarada. No, era una apuesta definitiva a la espera de comprobar la respuesta del débil gobierno de España. Ni mas ni menos. La consecuencia de ello ha sido, la cárcel para sus máximos responsables, gracias a la determinación de VOX. Pero todo ha sido un gran chasco. Los jueces del Tribunal Supremo han visto lo que el resto de españoles ni olían, esto es , que los separatistas,en realidad, no tenían intención de romper España, solo era una pequeña juerga infantil sin mas pretensiones que pasar un rato dichoso.
Y en todo este esperpento tienen bastante culpa los tribunales belgas y alemán, que tienen otra concepción de la rebelión , mientras no les toca a ellos en primera persona, (en Alemania están prohibidos en el Parlamento los partidos independentistas). Con la vista puesta a Europa, los jueces del Supremo han rebajado las penas pensando en esos jueces que ya desecharon las propuestas del juez Llarena.
La sentencia, por otra parte, no ha contentado a nadie. Si pensaban que aliviaría la ira de los radicales catalanes, a la vista están los alborotos y violencia intolerable en toda Cataluña. Tampoco ha dado satisfacción a la inmensa mayoría de españoles que reclamaban una sentencia, por una vez, contundente. Creo que el resultado final es que los CDR y compañía comprueban que en España se puede seguir desobedeciendo a los jueces, la policía y al Gobierno sin casi castigo.
A todo esto, se sigue permitiendo que TV3 siga envenenando a la población, además de permitir, día tras día, que se siga inoculando la enfermedad del odio en las escuelas. Un autentico suicidio. Pensar que el iniciador de toda esta tragedia, el honorable sinvergüenza Jordi Pujol y familia, sigan libres es un hecho que remueve el alma de las personas decentes, una afrenta sin límites para la sociedad española. El poder legislativo y judicial actuales, serán juzgados con severidad en un futuro no muy lejano.
En resumen, casi nadie ha quedado satisfecho con esta sentencia, porque ha demostrado que la política sigue mezclada con la justicia y corrompe la democracia, como ejemplo la sustitución, por parte del Gobierno socialista, del abogado del Estado que propugnaba, sin vacilación alguna, que lo que había sucedido era una inequívoca rebelión, por otra abogada del Estado que siempre apostó por la sedición. ¡Qué casualidad¡