
«¿Deberemos, pues, dejar pisotearnos por todo el mundo a fin de no herir sensibilidades entre los… sospechosos amigos de la extrema izquierda?»
(1)
Dice ‘La Vanguardia’, ese dechado periodístico
de virtudes, objetividad informativa y moderación,
que hay mucho racista entre los menores de 30 añitos,
por culpa de «la extrema derecha» que pulula por la nación.
Un medio tan cercano y proclive a partidos sediciosos
(2)
que dan claras muestras de xenofobia respecto de todo lo español,
no parece precisamente que puedan sentirse orgullosos
de culpar a otros justo de aquello que, en el fondo, ellos mismos son.
¿O es que se considera, ahora, pecar de racismo nauseabundo
(3)
el no tolerar la delincuencia, venga, ella, de donde venga?
A ver si deberemos, pues, dejar pisotearnos por todo el mundo
a fin de no herir sensibilidades entre los… sospechosos amigos de ‘la extrema izquierda’.
(4)
‘Amigos sospechosos’ que en modo alguno lo son por su color, religión o procedencia;
sino antes bien por deshonrar, los atributos aquí citados,
con actos desalmados o estragos de delincuencia.
Pues si bien en todas partes anida y se cuece El Mal,
(5)
no hay jardín en que no florezca alguna bondad, grande o pequeña,
sin importar el color o la fe del jardinero que sus flores riega:
¿Quién no conoce a Tagore, a Gandhi, a Luther King, a Jalil Yibrán?
¿Quién no oyó hablar de Mahoma, de Confucio o del hombre aquel al que llamaron Cristo?
(6)
Hay mil formas de hablar de Dios a los hombres.
Y mil formas hay de pensar a Dios.
Pero aun obstinándonos, en nuestra frágil humanidad,
a figurárnoslo con aspecto de Padre adusto pero benigno,
antes que ‘ponerle’ a Dios, acaso, ‘el color más divino’,
(7)
nos aventuraríamos a ‘pintarlo’ con todos los colores que en el mundo hay.
Y, con todo, ¡a saber de cuántos ‘divinos colores’ no nos olvidaríamos!
Quién sabe si, ‘algún día’, en la íntima paleta de nuestra divina alma,
no nos los vayamos, todos ellos juntos, a encontrar.
(8)
Y dudo mucho que ni uno solo, frente a otro cualquiera, vaya a descollar.
Al cabo, solamente Dios sabe… de cuántos colores está hecho,
ETERNAMENTE, Su ‘Arco Iris Celestial’.
