
Los nacionalistas, auténticos expertos en la mentira histórica, no perdonan que Ramón Berenguer no se coronara rey, y que sólo se titulara como príncipe tras su matrimonio con Petronila. Esta es por tanto la razón por la cual siempre quedó a los Reyes de la Corona de Aragón el escudo que primitivamente perteneció en exclusiva a dichos monarcas, para luego con sus armas formar las de España, junto a los otros cuarteles de León, de Castilla, de Navarra, y de Granada, en el escudo que hoy tenemos como emblema de nuestra patria. Esas son las cuatro barras o palos de Aragón que nos trajo el Rey Jaime I en su escudo y que dejó a Valencia, como propias por el amor inmenso que al Reino de Valencia tuvo toda su vida, y yo me pregunto, aunque sé que la casta separatista montaraz está detrás ¿por qué se impidió que la actual Comunidad Valenciana se llamara como pretendía: Antiguo Reino de Valencia?
«Próspero de Bofarull, el archivero catalán que manipuló los documentos históricos de la Edad Media»
Hablando de memoria traemos hoy al recuerdo al archivero pícaro y mentiroso alimentador del separatismo y pionero de la mentira histórica. Me quiero referir al archivero catalán que manipuló los documentos históricos de la Edad Media.
http://www.elmundo.es/…/2015/09/21/56000616ca4741391d8b45ad…

Repasemos algunas fechas. Sería en 1848 cuando el archivero del Archivo de la Corona de Aragón (desgraciadamente ubicado en la actualidad en Barcelona) Próspero de Bofarull, ejecuta una traducción falseada del «Libre de Repartiment del Regne de Valencia» para inventarse los nombres de las familias mal citadas como «catalanas» pues cuando se conquistan los reinos de Valencia y Mallorca, Cataluña no existe. Menos Barcelona, el resto son condados pertenecientes al rey de Francia, por ello lo único que podemos afirmar es que caballeros barceloneses asistieran a la conquista de Valencia y Mallorca, pero en ningún caso catalanes.
Según Bofarull estas familias «catalanas» fueron a Valencia a «llevar el catalán» y a quedarse en aquel reino. Se trató de una edición tendenciosa y totalmente manipulada entrando casi en los límites de la falsificación, pues leyó única y exclusivamente los «asientos» de la ocupación de tierras que le interesaron, dejando los que le parecieron difíciles o iban contra sus intereses patrioteros. En resumen, la edición de Bofarull estaba absolutamente manipulada ya que no tuvo en cuenta la totalidad del texto, ni la técnica notarial del siglo XIII, ni mucho menos la actual. Tachó según su capricho nombres aragoneses y navarros para demostrar la supremacía de «catalanes», debiendo decir en todo caso barceloneses, frente al resto.
Los escribanos del Rey Jaime I de Aragón el día 7 de Julio de 1237 comenzaron a anotar en el Libro Primero del Repartiment el nombre de la persona que asistía al asedio de la ciudad de Valencia y el número de las casas y yugadas de tierras que también se ofrecían. Y así ocurrió hasta después de la ocupación. Los ofrecimientos se hacían para ocupar el reino musulmán con cristianos, lo cual presuponía la permanencia definitiva del receptor en tierras valencianas. Una vez conquistada la ciudad, comenzaron a hacerse realidad las donaciones, extendiendo los documentos correspondientes, de los que se conservan muchos. Y, tan pronto como este título de propiedad se extendía, los escribanos del rey cancelaban el ofrecimiento con unas señales.
Por eso la edición de Bofarull (1948), que utilizan tramposamente los separatistas imperialistas, en su invento de los països catalanes, para justificar «su» ocupación del reino, fue incorrecta en su totalidad porque sólo contiene los nombres de los que recibieron la promesa, de los que algunos no se quedaron en Valencia pues se volvieron a sus tierras. Él cogió solamente los nombres de los que no repoblaron el Reino de Valencia. Y no siempre se siguió tal técnica editorial, pues algunos personajes que se leen correctamente y no son catalanes fueron, posiblemente de forma deliberada, omitidos de la edición.

Una de las preocupaciones del Rey Jaime I fue que no se acumulasen los bienes inmuebles y rústicos en manos de la nobleza y clerecía. Por eso, a partir del siglo XIV, ya se conocen cifras más precisas sobre los inmigrantes que ocuparon Valencia pues se conservan los «Libres de Avehinaments» (Archivo Municipal del Ayuntamiento de Valencia) donde se registraron los documentos de avecindamiento de cuantos quisieron adquirir la vecindad valenciana.
Realizado el estudio contrastado de los apellidos que constaban en el «Libre del Repartiment» y de los que luego aparecen en los «Libres de Avehinaments», y que constituyen la única prueba documental real de quienes se quedaron en Valencia, los porcentajes de inmigración documentada se repartió de la siguiente manera:
Siglo XIV, gente procedente de: valencianos autóctonos 36%, «catalanes» 1´2 %, castellanos 30%, extranjeros 1´2 %, turolenses 28%, resto península 2´4%, zaragozanos 1´2 %.
En el siglo XV el porcentaje de «catalanes» es del 4´23%. En el siglo XVI el porcentaje de «catalanes» es del 2´5. Esos porcentajes tan escasos de catalanes en la repoblación del reino de Valencia certifican la nula y escasa influencia que tuvieron en la gestación de la “parla romanç valenciana”.
En 1850, el literato catalán M. Milá i Fontanals utiliza aún en sus escritos el término «llemosí» para referirse a su lengua, la lengua actual catalana. Cuatro años más tarde en 1854, el padre de la Romanística, el filólogo alemán Friedrich Díez, publica su “Diccionario etimológico de las Lenguas Románicas” en el que hace su estudio etimológico. En este estudio histórico-comparativo de las lenguas románicas Friedrich Díez llega a la conclusión de que la Lengua Valenciana y el Occitano eran la misma lengua. Y llega a dicha conclusión tras el estudio comparativo de las obras de nuestros clásicos del Siglo de Oro valenciano, Jaume Roig y Ausias March con obras de otros autores de menor relevancia del diasistema occitano-románico.

Pero, dado que, dentro de dicho diasistema, la Lengua Valenciana es, por categoría histórica, la primera que posee un Siglo de Oro de literatura, con su pleno standard, sus gramáticas y diccionarios y su autonomía léxica, fonética, morfosintáctica y semántica, es por eso que, cuando se habla de Occitano, en realidad, se está hablando de Lengua Valenciana. Y sin olvidar que el Occitano usaba también el “lo” y la “ch”, tan genuinos en el valenciano. En 1859 se lleva a cabo la convocatoria de los primeros “Jòchs Florals “ del Liceu Valenciá, que culminará con la creación de “Lo Rat Penat” a instancias de Constantí Llombart. Esta primera generación de “poetes de la Renaixença valenciana” la componen: Querol, Pasqual i Genís, J. Labaila , Ferrer i Bigné, liderados por Teodoro Llorente.
El 1 de Mayo del mismo año se celebran los primeros “Jochs Florals de Barcelona: Patria. Fides. Amor” bajo los auspicios del citado archivero y manipulador P. Bofarull, responsable, a partir de entonces de la desaparición de una gran cantidad de documentos valencianos en el Archivo de la Corona de Aragón, desgraciadamente ubicado en Barcelona como decimos, cuando debiera estar en Zaragoza. Documentos que, según el profesor Ubieto, eran «incómodos” a sus falsas tesis sobre la «ocupación» lingüística del Reino de Valencia.
En 1860, la Renaixença Valenciana se organiza en dos vertientes: “els poetes d´espardenya”, grupo progresista, capitaneado por Constantí Llombart; y “els poetes de guant”, grupo conservador, liderado por Teodoro Llorente, con encontradas opiniones sobre el modelo de lengua preferido y que tenía enfrente a Bernat i Baldoví, a Escalante y a otros y en medio a Constantí Llombart, fundador de la sociedad de amantes de las glorias valencianas Lo Rat Penat, intentando recoger las dos tendencias. Pero, por supuesto, no cabía duda en ninguno de los casos sobre la denominación de Lengua Valenciana, dado su acreditado pedigrí histórico.
En Cataluña surgen protestas contra la ortografía «revisada» del tramposo y manipulador Bofarull y se nombra secretario “dels Jochs Florals” de Barcelona a Adolfo Blanch (con ch). En esa convocatoria cada concursante todavía usaba «su» particular ortografía, lo que revela la caótica situación de la ortografía catalana, que todavía era llamada «llemosí» por Aribau y otros. El panorama catalán era el de un mosaico de dialectos provenzales de camino hacia la “selección natural” por imposición del dialecto barceloní, al ser el más hablado. Nada que ver con la mentira histórica.

En 1861, el 9 de febrero, se intenta en Barcelona una nueva reunión para «unificar» la ortografía que, hasta entonces, era caótica. La reunión para «normalitzar» en la que participaron Milá y Fontanals, Víctor Balaguer, Blanch, Flotats y Bofarull fue un auténtico fracaso. Al año siguiente el Consistorio de los Juegos Florales trataba de conseguir la «normalización» de la ortografía, que seguía caótica, y se presentan dos proyectos: uno de Milá y Fontanals y otro el de l´Academia de les Bones Lletres” de Balari. El Consistorio de Barcelona se vio ante dos proyectos enfrentados pero, para evitar una especie de guerra civil interna, se evitó tomar una decisión. Las dos corrientes, muy arcaizantes, proponían restaurar la antigua koiné, una lengua literaria basada en los clásicos y superpuesta a las variantes dialectales…
Llegaría 1868 y se crea el nacionalismo catalán, Valentín Admirall, su fundador, grita su ¡Guerra a Madrid!, y su biógrafo, el también nacionalista Rovira i Virgili, le define como: “quien trazó el plan político de Cataluña y quien escogió el federalismo como fórmula de gobierno”. Todo un anticipo del invento independentista y mentira histórica al que el nacional-catalanismo aspira desde entonces y ante el que ni gobierno ni oposición plantan cara, dominados por el miedo de su ignorancia siempre tratan de complacer al perro rabioso del separatismo.
En 1871, nace en Benimarfull el gran filólogo valenciano del siglo XX Lluïs Fullana Mira, primer catedrático de Lengua Valenciana de la Universidad de Valencia, Académico de la Real Academia Española de la Lengua (1928) y para quien el Presidente de la II República Española, el socialista Manuel Azaña, creará, por decreto, el 21 de noviembre de 1936 la Cátedra de Lengua y Literatura Valenciana. Fullana será, junto al filólogo castellonense Mossen Josep Maria Guinot i Galán, los dos investigadores de mayor rigurosidad científica, y de necesaria referencia para los estudiosos de la Lengua Valenciana del siglo XX y XXI.
Ese mismo año el padre de la Romanística Europea, Frédéric Díez, publica la tercera edición de su «Gramática de las Lenguas Románicas» en la que mantiene su clasificación anterior en las seis lenguas fundamentales por su importancia literaria, nacidas del rompimiento del Latín. Dos años más tarde y siguiendo la definición de Friedrich Díez, Mayans i Siscar también afirmaba en 1873 que “el catalán es un dialecto del lemosín” ( “Orígenes del español”, Madrid 1873).

«Siguiendo la manipuladora escuela del archivero Bofarull, de la mentira histórica, el catalán Milá i Fontanals inventó en ese momento la falsedad de llamar a la histórica Lengua Valenciana como “un dialecto occidental del catalán”
Pero, siguiendo la manipuladora escuela del archivero Bofarull de la mentira histórica, el catalán Milá i Fontanals inventó en ese momento la falsedad de llamar a la histórica Lengua Valenciana como “un dialecto occidental del catalán” así como la mentira sobre la “clasificación rigurosamente científica del catalán“, afirmaciones ambas carentes del más mínimo rigor lingüístico pero que siguen rodando tanto ante el gran público como por claustros universitarios, carentes de la legitimidad científica que predican.
En 1890, el filólogo suizo W. Meyer-Lübke, discípulo de Frederick Diez, publica su obra: “Gramática de las Lenguas Románicas” en la que continúa la misma clasificación anterior de su maestro y donde dice en su página 4: ”En el este la transición se opera poco a poco con el catalán en el Rosellón: esta última habla (parler), que no es más que un dialecto provenzal”…. Ese mismo año Enric Prat de la Riba (1870-1941), crea los conceptos de la “nacionalitat catalana” y “la Catalunya Gran”. Los movimientos totalitarios europeos (nacionalsocialismo, comunismo y fascismo) penetran en Catalunya y atizan el fuego de su patrioterismo. La lengua se convertirá en el instrumento de agitación patriotera catalanista.

De la Riba será nombrado Presidente de la Mancomunidad Catalana y de la Lliga Regionalista de Catalunya. Es el inspirador de las Bases de Manresa, crea el Anteproyecto de l´Estatut Regional, y, posteriormente, fundará el Institut d´Estudis Catalans. Elabora una historia falsa de Catalunya y sus teorías imitan las teorías expansionistas del II Reich cuando dice: “Todos los conquistadores lo primero que procuran es introducir su idioma en los paises conquistados”,… “Hay que dominar por la fuerza de la cultura”… “El imperialismo es hijo natural del nacionalismo: cuando éste se encuentra exultante dentro de sus fronteras, se desborda inundando las tierras vecinas”… Y se inventa aquello de: “El enemigo de Cataluña es el Estado Español”…, que tan buena escuela de imitadores ha tenido hasta nuestros días, para chantajear prebendas en su propio beneficio, a costa de su insolidaridad con los demás. El imperialismo catalán lleva, pues, más de cien años “desbordándose sobre tierras vecinas”.
«Entre todo el mosaico de dialectos catalanes nacidos del provenzal, eligieron e impusieron como “standard” de referencia el “infame e infecto dialecto barceloni”, según definición del erudito Padre Batllori»
En 1891 en la revista «L´Avenç» del 31 de marzo el joven ingeniero cubano Pompeu Fabra i Poch, Jaume Massó i Torrents, Joaquim Casas i Carbó dicen que una misma ortografía para el catalán, el valenciano y el mallorquín es «impossible perquè és contra natura”. Algo muy distinto será el tono amenazante del mismo Pompeu Fabra a los valencianos, en 1930, cuando quiso imponer su normativa I.E.C. del dialecto barceloní: “El que aneu a fer es molt arriscat”…). Los hombres de L´Avenç, desentendiéndose de la antigua koiné, se lanzaron a la actualización y sistematización del dialecto barceloní con el fin de convertirlo en el moderno catalán literario. Y así, entre todo el mosaico de dialectos catalanes nacidos del provenzal, eligieron e impusieron como “standard” de referencia el “infame e infecto dialecto barceloni”, según definición del erudito Padre Batllori.
Evidentemente era “contra natura” imponer la ortografía de un dialecto barceloní, sin pedigrí histórico, a una lengua valenciana histórica. Pompeu Fabra publica su “Ensayo de gramática del catalán moderno” donde explica que el sistema gramatical que se va a adoptar será una normativa que tome como modelo el dialecto barceloní y no el del interior, más rural, porque el barceloní era “la parla más viva” de las que entonces se hablaban…. y así llegamos hasta el siglo XX. Hecho este repaso por fechas nos ayuda a comprender cómo las primeras piedras del nacional-separatismo catalán se edificaron sobre una invención.
La de Próspero de Bofarull i Mascaró, barcelonés y director del Archivo de la Corona de Aragón, que decidió, hacia 1847, tachar y reescribir el Llibre del Repartiment del Regne de València de la Edad Media con el objetivo de engrandecer y magnificar el papel que tuvieron los barceloneses, no catalanes pues en ese momento no existe tal denominación, en la conquista del reino de Valencia de 1238 y que hemos aclarado al hablar del Tratado de Corbeil. Bofarull suprimió del histórico volumen apellidos aragoneses, navarros y castellanos para darle más importancia numérica a los que él consideraba como catalanes.
«Esta burda manipulación, para mayor sarcasmo, obra de la persona responsable de garantizar la integridad del archivo, fue solamente el inicio de una cadena de falsificaciones que muy pronto alimentaría la semilla del nacionalismo, luego separatismo»
Esta burda manipulación, auténtica mentira histórica, para mayor sarcasmo, obra de la persona responsable de garantizar la integridad del archivo, fue solamente el inicio de una cadena de falsificaciones que muy pronto alimentaría la semilla del nacionalismo, luego separatismo, constituyendo la herramienta fundamental para edificar un relato distorsionado de la Historia de Cataluña, ficción que han llegado hasta nuestros días.
A las manipulaciones de Bofarull se unió la conveniente desaparición del testamento de Jaime I, legajo 758, según la antigua numeración, que establecía los límites de los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca y del Condado de Barcelona. En cuanto al Llibre dels Feyts d’Armes de Catalunya, falsamente considerado una joya de la literatura catalana medieval. Su autor, Joan Gaspar Roig i Jalpí (1624-1691), ejecutó un engaño extraordinario al asegurar que la obra que en realidad fue escrita por él en el siglo XVII, era una copia de un incunable de 1420 firmado por Bernard Boadas. El documento apócrifo ha sido usado como fuente para narrar la historia de la patria catalana durante siglos, hasta que en 1948 el medievalista y lingüista Miquel Coll y Alentorn descubrió el engaño.
Excelente trabajo. Enhorabuena.
Magnífico y documentado artículo, que ya leí anteriormente y del que se me quedaron algunos comentarios por escribir a modo de complemento, más que de precisión.
En primer lugar sostengo que no cabe hablar de “Antiguo Reino”, pues nunca fue abolido ni dejó de existir el Reino de Valencia, como demuestra el hecho de que el rey de España es rey de Valencia y no rey del “antiguo” reino de Valencia.
En segundo lugar, aunque cita a D. Antonio Ubieto, no hace referencia a los decisivos documentos hallados por éste en el Museo de El Cairo y que contienen jarchas mozárabes escritas en romance valenciano con caracteres árabes y datados como de principios del siglo X.
Demuestran que los valencianos no éramos mudos, álalos ni ágrafos cuando la conquista y que el primer documento escrito en “catalán” es cuatrocientos años más moderno.
El valenciano es lemosín y el barceloní es provenzal. Si algún catalán dijo escribir en lemosín, es porque escribía en valenciano.
Al respecto conviene consultar lo escrito por D. Torcuato Luca de Tena:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1978/06/24/003.html
http://www.gsmspain.com/foros/h1391001_Off-topic-Politica_catalan-DIALECTO-valenciano-hechos.html
En tercer lugar creo que sería conveniente señalar con más énfasis que Bofarull sustrajo el Llibre del Repartiment, se lo llevó a Barcelona escondido entre sus ropas y que lo profanó arrancando páginas y llenándolo de tachones y añadidos.
Y, por último, una precisión heráldica, no son BARRAS ni PALOS, sino VARAS.
No son cuatro barras de gules sobre fondo dorado —barra es la pieza de un tercio de un escudo que une su extremo superior izquierdo con el inferior derecho—; ni tampoco son cuatro palos —el palo ocupa un tercio del escudo en sentido vertical—; en realidad son cuatro VARAS, pues cada vara ocupa un noveno del escudo (que, más los cinco espacios dorados o amarillos, suman las nueve partes).
Saludos cordiales
Muchas gracias por sus comentarios, pues siempre es positivo todo lo que ofrezca más luz. En cuanto al tema heráldico quizá porque tenga algún conocimiento sobre el tema no estoy, con todo afecto, en absoluto de acuerdo, y aunque sea un poco hablar del sexo de los ángeles, le ofrezco mi sencillo comentario:
El sexo de los ángeles, palos y varas o vergetas
LOS palos, igual que las fajas y otras piezas alargadas, pueden variar en número dentro del escudo. Cuando esto pasa, se distribuyen geométricamente modificando sus proporciones para adaptarse al nuevo espacio. El espacio entre los límites del escudo y el primer palo será el mismo que el ancho del palo y la distancia entre palos.
Entre uno y cuatro está normalizado heráldicamente que se llamen palos (verticalmente) o fajas (horizontalmente), y tenemos cientos de ejemplos desde Noruega hasta España o Italia, pasando por centro Europa.
En general, cuando el escudo tiene más de cuatro palos (verticalmente) o fajas (horizontalmente), entonces pasan a llamarse varas o vergetas (verticamente) o burelas, con diferentes denominaciones según anchos (horizontalmente).
Tenemos varas como en los escudos de la localidad de francesa de Llauro en Languedoc, con cinco varas o verguetas, el propio escudo de los EEUU, con seis, o de otra localidad francesa, la de Rilhac-Xaintrie, con siete.
En el escudo de Aragón que aparece en el de España, que tanto he criticado en cuanto a su falta de belleza y estilo heráldico tradicional en su disposición aprobatoria (Ley 33/1951) tenemos cuatro palos, término que desde muy antiguo el vulgo citaba como barres vermelles, pero estará usted conmigo en que esto es una discusión bizantina que no nos lleva a ninguna parte mientras hay quienes quieren arrancar a martillazos esos palos, barras, varas o verguetas de nuestro escudo nacional.
Muy de acuerdo con Vd. y especialmente en lo referido a lo bizantino de aquestas disquisiciones con la que está cayendo.
Seguiré diciendo VARAS, siguiendo la línea científica que me parece más acertada y por molestar a los nazi-onanistas.
Es de ver lo que da de si un gonfalón de la Santa Sede.
Slds.
Magníficas acotaciones, Curro de Utrilla, al exhaustivo y gran trabajo de don José Crespo. Gracias a ambos.
Como siempre excepcional explicacion detallada de los trasiegos y tejemanejes nacionalistas q solo saben embadurnar la convivencia nacional,menntira tras mentira,y lo triste es q el.pueblo en su ignorancia se lo crea,ya q no es culpa del pueblo,el q no sabe es como el q no ve,asi q le cuentas cualquier milonga y se lo creen
Muy bueno. Me ha gustado mucho.
Gracias don Rodolfo