
«Recuerdo esta mañana el primer boicot comercial a los productos catalanes que se originó a raíz de la bromita de Maragall y Carod Rovira con la corona de espinas a la salida del Santo Sepulcro en Jerusalén»
Recuerdo esta mañana el primer boicot comercial a los productos catalanes que se originó a raíz de la bromita de Maragall y Carod Rovira con la corona de espinas a la salida del Santo Sepulcro en Jerusalén. Ocurrió en el 2005 y creo recordar que en el mes de Mayo. Como consecuencia, en las Navidades de aquel año las ventas de cava catalán se desplomaron a pesar del esfuerzo del estado central por amainar el sentimiento de una mayoría de consumidores españoles que compraron espumosos extremeños, manchegos y valencianos para brindar tras los postres en sus mesas.
¿Se acuerdan? Unos meses más tarde se produjo un encuentro del mesías Artur Mas con empresarios catalanes. Fue en una cena en la que el iluminado político compartió mesa con José Manuel Lara y en su discurso, vino a decir pero en politiqués, nada de español ni catalán, que de las fuentes esteladas manaría cava en vez de agua y sus jubilados cobrarían, gracias a la independencia, un montón de dinero mas que los jubilados españoles. Y además sin pronunciar la palabra se refirió a ese boicot comercial que entonces sufrieron los empresarios catalanes y que esta mañana sufro en persona en mi barrio de las letras de Madrid, diez años después durante los que el sectarismo golpista ha seguido arramplando con la convivencia y mis apetencias gastronómicas. Y es que sencillamente, me levanté esta mañana con las ganas de cocinar una butifarra con monchetas.
En la cola de la caja de los congelados La Sirena, la empresa catalana en la que decido comprar el postre me encuentro con la dura realidad: Una señora somete al tercer grado al cajero sobre la catalanidad del negocio y media hora después, en mi ultramarinos preferido donde entro para comprar un buen frasco de judías blancas cocidas, el encargado me muestra la lista de productos catalanes que uno de sus mejores clientes le ha entregado porque no los quiere en su hostal, famoso en el barrio por su limpieza y excelente comida casera.
Y sufro, por tanto, al comprobar que los madrileños de nuevo nos estamos posicionando ante la locura de aquella CIU, liderada por Artur Mas y en la actualidad, y después de unos cuantos cambios de siglas, la deriva golpista de los sectarios políticos catalanes que sigue jugando con fuego apostando el todo y nada por su falso país. El remate me lo proporciona mi carnicero, que es líder de opinión en todo el mercado, y que me espeta que hace ya varios días que no compra las excelentes butifarras que un proveedor de Olot alcanzaba hasta hace unos pocos días al centro de Madrid.
El problema de jugar con los sentimientos es que los tenemos todos.
No entiendo ni entenderé porque los políticos y muchos periodistas periodistas se posicionan en contra de que ayudemos al presidente Mas a reducir la brecha fiscal con el resto de España dejando de comprar productos de empresas domiciliadas en Cataluña. Si somos una sola nación, debemos ayudar a todas las regiones a llegar a sus objetivos. Si Mas quiere reducir la brecha del balance fiscal, debemos ayudarlos y la única manera es comprando productos cuya empresa tenga su sede social en cualquier punto de España distinto a Cataluña, de esta manera estas regiones subirán su PIB y Cataluña lo bajará y nos igualaremos más.
No creo que ayudar a quien se queda todo el IVA de Cataluña mientras en el resto de España todo el Iva se reparte en el resto del país (Cataluña incluida) sea la mejor opción. Por tanto pueden irse cuando quieran, eso sí, con el correspondiente Boicot.
Un saludazo.